
http://algargosarte.blogspot.com.es/2014/09/los-otros-impresionistas-alfred-sisley.html
En la tranquilidad de conciencia que otorga la edad adolescente, donde todos tus actos van encaminados a las risas, el cachondeo, el despertar de la pubertad, los primeros escarceos sexuales, la poca importancia y banalidad de los asuntos que sin darte cuenta estas poniendo en juego, el futuro que en vez de abrirse es incierto en esos años donde una vez muerto el dictador, se fraguan un sin fin de intereses que claro, uno ni se cosca ni muestra la mas mínima atención a todo lo relacionado con causas políticas, que poco o nada llegas a entender ni te importan; y es en ese momento cuando se está poniendo a cocer un sin fin de acontecimientos principalmente sociales, que van a decidir el devenir de la actualidad en ese momento y posteriores, donde se está vendiendo todo el pescao y poniendo la carne en el asador.
No nos enteramos, salvo algunos que estaban metidos de lleno en asociaciones juveniles y políticas, de todo el embolao que se estaba formando, los demás seguimos en el país de jauja, aunque nos viéramos involucrados en alguna que otra movida policial de carreras, palos y protestas, por el mero hecho de participar en situaciones de llamada al alboroto y manifestación, pero con la edad del pavo en esa época y estamos situados en 1976-77, cualquier charco era bueno para pisar. Lo cuál tampoco era óbice para desentenderse totalmente del galimatías que la ocasión propiciaba.
El instituto cumplió la misión de cumplimentar el año de transición hasta mi ingreso en el I.P. del E.T. en Carabanchel. Nada había en esa situación o circunstancia que llamara mi atención, ni mostrase interés por estudios, profesión o cualquier signo que me hiciera pensar en algún futurible con dedicación plena y sensata. En las ciudades dormitorio o barrios de poco nivel cultural, se hizo muy duro tener una perspectiva que hiciese ver más allá de una semana como mucho. El apoyo y las muestras de superación que recibíamos los alumnos, dejaba mucho que desear, pues era nulo, nadie se interesó ni ayudó, aún viendo las notas que con normalidad se sacaban, para darse cuenta del problema que allí se creaba, formando una juventud solo con la perspectiva del trabajo, mano de obra barata y mal pagada, destruyendo cualquier iniciativa estudiantil, pues a aquél que sintiera la llamada de los libros, debía sortear numerosos obstáculos para continuar con sus propósitos.
Personalmente, no sé si por mi mala cabeza o influenciado por el entorno, el año de instituto, aún sin pensar en lo que vendria después, fue un año echado en el pozo de la ignorancia y el festejo sin ninguna posibilidad de enmienda.
Menos mal que el destino es caprichoso y puede variar según las circunstancias y decisiones que un determinado momento se puedan tomar, estando siempre al libre albedrío de la posición en la que caiga la moneda.
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