lunes, 15 de febrero de 2016

NUBES NEGRAS TRANSITORIAS

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La vista desde el interior de la casa de Sofia, en su dormitorio, no auguraba buenas sensaciones. Tras salir de entre las mantas que le proporcionaban tan agradable quietud y sosiego acompañado del calorcito acurrucada bajo ellas; y comprobar la gélida temperatura acercándose a la húmeda cristalera del ventanal que la ofrecía una visión de un gris plomizo, corroborado al limpiar la humedad que cubría el vidrio y observar una mañana tenebrosa, lúgubre y fantasmagórica. 
El día levantó de madrugada una espesa niebla que según avanzaron las horas, dejaba divisar una corta distancia hasta los objetos y elementos paisajísticos del entorno, que medio cubiertos por tan elevada humedad, aparentaba la sensación de la caída de una persistente lluvia, aumentada por un terreno mojado, con la vegetación simulando una helada del rocío.
Diferentes sensaciones anímicas, proporcionadas por tan triste aspecto ambiental, encontraron escusas para no realizar o al menos demorar las tareas o encargos dispuestos para esa mañana.
Aunque las responsabilidades obligaban a cumplir con lo establecido, situando ya al personal que por obligación debían ocupar sus puestos de trabajo u otras situaciones o labores que sin ser remuneradas se disponían a emplearse a ellas.
Abrigos, bufandas, guantes; cubrian y tapaban los cuerpos de todo aquél que se atrevía a pisar la calle, más aún la chiquillada que ya había tomado camino al colegio, o todavía demoraba la salida junto al calor de la calefacción central, estufas de butano, resistencias eléctricas de calor, también a la lumbre de alguna chimenea; pero con el fin de retrasar la salida a la fría interperie de la cruda y nublosa realidad invernal.
Costaba más de un aceleron poner en funcionamiento los motores de los coches, en particular el de Sofia que tras varios intentos fallidos, consiguió a trancas y barrancas tras un suspiro de alivio revolucionar la máquinaria del coche, que por los tosidos que expandía reclamaba un cambio de piezas o quizá también estuviera interpretando sus últimos tonos para avisar de una posible y pronta parada de mecanismos, dada ya su edad próxima al retiro de un tranquilo desguace. Ello no impedía lucir un aspecto sano y si se apurase la expresión, hasta coqueto debido al cuidado y limpieza que la joven dedicaba con asiduidad, pero en los días fríos y desapacibles que ofrecía el tiempo estival, sacaba a la palestra las dificultades de funcionamiento que los años habían ido acumulando.
Únicamente la ilusión no le restaban las ganas de ponerse en movimiento para movilizarse todos los días y añadir su pequeño grano de arena para contribuir a hacerles a unos pequeños niños por lo menos sonreír y mantenerles el ánimo en un estado que no les hiciera caer en la desesperación de ver su esperanza desvanecerse, aún sin el entendimiento y comprensión de su estancia en tan significativo lugar, pero que con la permanencia de sus padres y los cuidados a los que estaban sometidos, en los de mayor edad les hacían sospechar que permanecer por tiempo prolongado allí no era por causas pasajeras u ocasionales.
Nada mas entrar Sofía por la puerta de la habitación de la pequeña María, surgió en ésta una sensación de conformidad y alegría a la vez, por verla como todos los días para ir juntas a recibir el tratamiento de radioterapia, acompañadas de la madre de la pequeña que la cubría con las sábanas mientras la auxiliar de enfermería se acercaba a besar a la chiquilla con una alegre sonrisa mientras se abrazaban.




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