lunes, 16 de mayo de 2016

MOVIMIENTO SUTIL


                            Fot. Nebulosa Reloj de Arena.(Ojo de Dios). www.Taringa.net




El teléfono se había convertido en una pieza básica de trabajo, una más de las herramientas empleadas para la consecución de sus propósitos; tanto a nivel profesional como personal ya formaba parte de un elemento imprescindible, como un órgano o miembro corporal, sin el cual sentiría la sensación inherente al vacío producido por la completa soledad de la incomunicación.
Llamadas continuas, tanto de receptor como de impulsor de la toma de contacto; el negocio requería una actividad comunicativa con clientes y proveedores de suma capacidad social, cuestión primordial para el logro de todas sus pretensiones económicas y mantenimiento de su deseado nivel de vida que junto a Sandra, su pareja sentimental mantenían.
El estrés y la ansiedad también formaban parte de su general estado anímico, debido a su frenética actividad que pocas veces desconectaba, pues los días de descanso no le hacían evadirse de tan excesiva responsabilidad, y aunque Sandra formaba un tándem equilibrador tanto en el negocio que administraban como sentimentalmente, a Manuel le castigaba su carácter al quererle buscar la máxima eficacia, e incluso perfección en todos los asuntos a tratar con sus colaboradores empresariales.
Una vez impulsada y mantenida la empresa en unos niveles aceptables de rentabilidad y prósperas perspectivas futuras, la rutina diaria no le hacía a Manuel tomarse con más calma y serenidad los avatares que con la asiduidad regular se repetían; al contrario, le causaban tal inquietud y tensión nerviosa que cualquier suceso fuera de lo normal o que saltara las pautas en las que él se desenvolvía mejor, podría llevarle a una situación límite.
Aún así, llevaban una vida acorde con la relación entre el trabajo y su estado sentimental, aunque no pensaban todavía en la posibilidad del nacimiento de un bebé, sí mantenían una relación que hacía sospechar en una pronta decisión para aumentar la familia.
El día comenzaba muy temprano para los dos, y mientras Sandra se quedaba en el establecimiento donde regentaba la oficina administrativa, controlando a su vez toda la logística que requería el negocio; Manuel cogía el coche para contactar y resolver las eventualidades que se generaban con ocasión de un mal funcionamiento en la cadena que hacía engranar todos los resortes para que no hubiese problemas. Todo ocurría como cuando los días eran iguales y ninguno era el mismo.
Hacían el almuerzo juntos en un restaurante cercano al lugar donde estaba establecido el núcleo en el que giraban sus vidas, y tras una tranquila y amena sobremesa retomaban su actividad en la nave del polígono donde tenían establecido su negocio; hasta la hora de cierre que iniciaban su marcha al chalet adosado de una urbanización cercana a la sierra, no muy lejos del lugar de trabajo.
La rutinaria convivencia diaria les llevó temprano a dormir, pues el cansancio dirigía las voluntades haciendo del descanso un deseo y la pronta puesta en escena del día siguiente una obligación irrenunciable. Así, la costumbre determinaba los horarios que ambos cuerpos y mentes tenían asimilados, comportándose quizás como elementos programados, como el amanecer que no falta a su cita con la iluminación de la oscuridad.
Esa noche, Manuel tardó más tiempo del habitual en dormirse y mientras percibía la plácida compañía de Sandra con su dulce aroma y tranquila respiración, él paseaba por la memoria la película representada durante el día, intentando mejorar los resultados para la siguiente jornada laboral.
Pensando en ello estaba, cuando acechaba el sueño para darle la última oportunidad de conciliar la actividad con el descanso, y le vino a los oídos el siseo metálico de lo que en un principio le pareció el sonido característico de un movimiento sigiloso del cascabel de una serpiente. No le pudo dar crédito a esa suposición por ilógica y fuera de lugar, no creía con seguridad que pudiese haber entrado una serpiente a su casa y menos en la habitación, aunque también comparó el sonido con uno de tantos que la noche produce, tratando de convencerse de que no era mas que una apreciación puntual de algún ruido común, y se tranquilizó hasta el punto de no obsesionarse con lo escuchado sin  permanecer alerta toda la noche. No volvió a producirse la situación vivida durante el tiempo que se mantuvo despierto, hasta que cayó dormido sin preocupación alguna.
La noche pasó su ronda dejando asomar lentamente los primeros vestigios de luz, de unos haces solares que desplazaban y cubrían de colores cualquier rincón oscuro.
Con la mañana cubierta por el manto iluminado de la estrella solar, despertó la naturaleza acompañando el toque sutil de la alarma del reloj, que hizo en la pareja el normal movimiento que la consciencia tomara el control de los actos que se inician al despertar de un sueño descansado y reparador de sensaciones e inquietudes.
Mientras ambos procedían a iniciar la salida de entre las sábanas, tras desearse un buen día entre suaves caricias, apareció de repente el tictaqueo metálico y siseante que Manuel había escuchado horas antes. A él le acojonó enormemente y a Sandra la sorprendió asustandola con nerviosismo al creer lo que ya había pensado anteriormente Manuel.
Los dos hablaron de la posibilidad de que se encontrara una serpiente allí mismo y sin más demora, Sandra salió de la habitación presa del pánico dejando a Manuel que empezara su búsqueda con suma cautela y miedo, retirando el colchón de la cama, desplazando todos los muebles aptos para hacerlo posible, las cajas de almacenaje del vestidor, etc. Todo esto en un momento corto de tiempo, con una inquietud y nerviosismo que le hacía contemplar la posibilidad de un ataque con mordedura y la circunstancia fatal venidera.
Con el estado de ansiedad creado y la habitación desordenada en todos sus aspectos, volvió a sonar el siseo a la vez que Manuel miró hacia el lugar de donde procedía y vio sobre la mesita junto a la cama el teléfono que se le abrió un diálogo de mensaje; y recordando que durante el día anterior cambió el sonido de las notificaciones por ese siseante movimiento del cascabel precisamente, pero que ya había olvidado.
Volvió a cambiarlo después de tranquilizar a Sandra haciéndola escuchar el sonido de la notificación del mensaje telefónico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario