Jarandilla de la Vera. Parque.
Se encuentra un bello parque entre montañas
narra el paso del tiempo, conmovido
se muestra cansado, parece herido,
grandes batallas cubren sus entrañas.
El silencio esconde cualquier latido
surge la armonía de la belleza
un águila imperial marca nobleza
ilustre linaje, feroz olvido.
Las formas exhiben gran delicadeza
los colores, dibujan su expresión
alegre, y hacen una constelación,
de suaves matices en la maleza.
Es un deleite su contemplación
y ante esa virtud, divina paciencia
nada le sujeta a la indiferencia,
el aire sopla y entona una canción.
Verde limón iguala su cadencia,
distintos tonos ocres lo embellecen
junto al rocío los frutos crecen
agradable emoción de la querencia.
Los sentidos de la vida amanecen
despiertan sonrientes, bailan las olas
penetra la luz en las caracolas
pequeños cuerpos que aún adormecen.
Los árboles serios, con largas colas
gigantes, altivos, tan orgullosos
explosión de contrastes luminosos
a la vera sueñan las amapolas.
En un vuelo de ademanes jocosos
las aves inician el movimiento
transparente agua, mana sin tormento
ronroneo de roces amorosos.
Las piedras acatan el juramento
que en su día pusieron los señores
coronando futuros esplendores
deseados en cualquier estamento.
Planeando lucen los ruiseñores
que vendrán con las voces que los llaman
las plumas reales del pavo aclaman
la sonrisa pícara de las flores.
Un estanque abandonado reclama
el esplendor y dicha de otros cuentos
que concedió aposento a campamentos
y fue testigo de alguna proclama.
Historias y leyendas traen vientos
de un tiempo que ya reposa tendido
mirando al amanecer aturdido
despojar de amor a los sentimientos.
De dentro desprende un hondo quejido
las verdes ramas germinan pasión
y el sauce llorón, quiere con tesón
a la pareja que nunca ha tenido.
El parterre acoge de corazón
abejas que aletean sin saber
de cuál estambre deben recoger
polen, semillas sembrando emoción.
Las rosas rojas miran con placer
las mariposas se mueven luciendo
en lo alto del gallo, que está siguiendo
selecta hembra que es todo su querer.
Los rayos del sol siguen recogiendo
una sombra que le exige premura
para ver, cómo saltan de locura
los destellos que aún están naciendo.
La hoja caída percibe amargura
por una savia que no beberá
el clavel atento acompañará
su camino pausado a la espesura.
La vieja encina también mirará
el engalamiento del vergel
próximo a la linde, fino corcel
pradera, dehesa, el parque tendrá.
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