No podemos desprendernos de los signos diferenciadores intrínsecos que a lo largo de la existencia de la humanidad llevamos en el ADN como marca de identidad. La igualdad que nos relaciona con el resto del grupo animal que poblamos éste planeta.
Luchamos por la comida, luchamos por la posesión del terreno, luchamos por la supremacía dentro de todo orden establecido en cualquier relación; ya sea humano contra humano o humano contra el resto de animales.
A lo largo de la historia de nuestra existencia no ha habido un solo día de paz, sin una guerra en algún lugar del planeta por el que se luche por conseguir objetivos variados, venganzas, genocidios, y un sin fin de motivos por los que dan una autoridad autoproclamada, para poder emplear la fuerza y destruir cualquier impedimento que obstruya lo que nos propongamos en un determinado momento.
Generalmente la lucha viene determinada por la posesión terrenal, o por las creencias religiosas. Siendo ésta causa la principal en toda disputa que se tercie para proponerla como fuente de inspiración en la victoria y aniquilamiento del prójimo o enemigo.
Dicen los entendidos y expertos estudiosos de toda acción humana, que lo que sucede en la actualidad (desde el resurgimiento islamista años ha) con la barbarie terrorista, tanto a nivel de los estados como de grupos formados con fines varios, que llevan todos a la destrucción de un pensamiento social, intentando crear el miedo y terror en la población sobre la que se actúa. Aseguran dichos creadores de opinión, que la religión no está relacionada con los asesinatos. Puede ser que nuestra civilización occidental, barajando causas y variables para catalogar los motivos por los que no somos capaces de vivir un sólo día de paz, si ni tampoco a nivel individual, o de grupo en una comunidad o país, logramos conseguir la supervivencia pacífica que se nos supone por nuestro alto grado de convivencia, deberíamos tener.
En la lucha, ya sea defensiva o de ataque, nos encomendamos y cubrimos bajo el manto de algún santo, o del ser supremo que nuestra fe nos otorga, y por medio de las directrices que dan los jefes políticos, implorando el mantenimiento de los valores conseguidos, lo hacemos bajo unas premisas morales que la religión se encarga de mantener y seguir en la creencia de la cuál nos protege.
El problema geopolítico creado entre ambas civilizaciones, tiene que ver con la posesión de los recursos para el mantenimiento y control de las materias primas que otros poseen y nuestra sociedad necesita.
Por medio de los hechos y acontecimientos realizados en el territorio de donde procede la amenaza terrorista, de los poderosos militares y económicos que ocuparon dicho terreno; aunque desde años atrás ya existía ese movimiento terrorista, recrudeciéndose con más fuerza desde los atentados en Nueva York; la fuerza adquirida por éstos grupos ha sido alimentada por los propios países que se han apoyado en ellos para conseguir su implantación en Oriente Medio para la protección y abastecimiento de los recursos.
No sé ni cómo se debe actuar para terminar con ésta desgraciada conducta humana. Sabios y entendidos habrá que den respuestas, pero que no terminan de solucionar en ninguna ocasión el problema que creamos con su y nuestra actitud. Hay muchos intereses de todo tipo que no llegamos a comprender la sociedad civil, que en la convivencia normal, nunca llegamos ni a sospechar o plantearnos, porque las causas de tantos exponentes incomprensibles que suceden en nuestra vida, así como todas las asociaciones u organizaciones unidas para acabar con las desigualdades, pobreza, libertad y muchas mas cuestiones sin resolver, que nunca se solucionan. Pero sí se reúnen para recaudar dinero que no se ve a donde va.
Se ha convertido en una forma de vida porque da réditos monetarios, al igual que toda actividad ilegal como la prostitución, venta de armas, venta de drogas; de las que se benefician y financian todo tipo de organizaciones para seguir delinquiendo y crear el caos que beneficia la práctica de dichas actividades.
Con los medios y la fuerza que disponen los estados democráticos y libres, ¿cómo es posible que no se pueda acabar con todo lo que nos perjudica socialmente, y permiten la desdichada vida de otras personas que no tienen las mismas oportunidades?.
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