martes, 3 de noviembre de 2015

SALIENDO AL PASO

        Madrid, C.de Bailén 1913. http www.fuenterrebollo.com
   



Distinta mañana e igual sensación. Constante monótona, que deja un poso de desidia, alimentando la clara desgana que levanta el cuerpo de la cama, sabiendo que nada nuevo va a suceder. 
Ya toda la familia se emplea en sus labores, la madre preparando el desayuno y los que aún no han salido, ultimando los últimos movimientos para hacerlo, mientras la pereza marca los movimientos comunes que son ejecutados a diario, Charly ronronea a su madre un poco de pasta, mientras bebe la leche y mima los gestos engatusándola con desparpajo. 
No tarda mucho la madre en soltar algo de parné, el suficiente como para que el hijo se sienta satisfecho. No corre la prisa, el día acaba de echarse encima y los augurios de nuevas movidas son escasos.
- Un beso mama, me piro ya.
-¿Qué vas a hacer tan pronto en la calle? le dice ella, sabiendo de antemano la respuesta.
- Ná, que hemos quedao para ir a ver unas cosas que tiene que comprar el Juan, venga mama; hasta luego. 
- ¿Vas luego a clase?. No vengas tarde a comer que sabes que tu padre se pone de mal humor.
-  No sé, si nos da tiempo iremos a alguna. Va, que le den. Adiós. Responde a la pregunta a la vez que desprecia la actitud de su padre ante su postura en la comida, y no dándole importancia a tal hecho.
Las escaleras reproducen el efecto de una estampida de elefantes en expansión tras cada salto de Charly entre sus escalones, cada vez más largos y ruidosos, llegando al rellano del portal y superando la anterior marca, satisfecho abre la puerta, enfrentando la luz del sol y tapando con la mano en forma de visera para otear el panorama que le ofrece la plaza.
Sentado en un banco se encuentra ya Juan, con la mezcla del tabaco humeante en una mano y las llaves de casa y el coche , todas en un llavero en la otra mano, balanceando el conjunto.  
- Qué pasa tio, llevas mucho aquí?
- Un rato, lo que lleva el mai  encendio, toma matalo.
Juan se levantó con parsimonia y estirándose con los brazos en alto, le comenta a Charly que mejor hacerse primero la cabina, antes de que empiecen a entrar al colegio, por el movidon que se forma en la entrada.  
Tras la última calada, que le llega a los dedos de los pies tras una gran aspiración, tira la pava  al suelo pisoteándola con desinterés y se dirigen los dos a la cabina enfrente del colegio.
Juan se mete dentro, mientras su amigo otea los alrededores vislumbrando algún acercamiento de alguien que pudiera abortar la jugada. Dentro de la cabina, el destornillador ya ha abierto la caja de las monedas y su recolección se efectúa en un plis plas. Con el botín en la bolsa dentro de la cazadora, echan a andar con paso ligero para desaparecer de la escena del hurto cometido.
Andan deprisa, hacia el lugar donde Juan, con los años recién cumplidos y con el carnet de conducir en su poder, se maneja con el coche que su padre le consiguió en un trapicheo con un amigo, y lo cogen del sitio donde lo dejó aparcado la noche anterior. Se introducen los dos en la desvencijada tartana que les sirve para moverse  de un sitio a otro. Nada más arrancar se percata el conductor de la poca gasofa que les queda y le comenta a Charly de la falta de combustible y debiendo repostar, se colocan unos cientos de metros, tras recorrer varias calles, en doble fila junto a un coche aparcado. Salen del auto y simulando una avería, Juan saca el tubo alargado que mete en el depósito de dicho coche y una vez dentro, succiona el líquido hasta que empieza a surtir y retirando rápidamente la boca,  cambia la maniobra dirigiendo e introduciendo el otro extremo del tubo en el respectivo depósito de su coche. Cuando ve que ya es suficiente para el movimiento que van a efectuar con el buga, rápidamente vuelan de allí en dirección a casa del Jonny, que les proporcionará la yerba de consumo para unos días.
Sabiendo que la rutina les afecta como al común estudiante que falta a clase para fumarse unos porros sin mas expectativas que las de distraer la mañana sin beneficio ni provecho, solo con la satisfacción del dulce arbitrio de la inconformidad, se sienten satisfechos con las perspectivas que les proporciona la mañana soleada y de temperatura agradable .
Tras quedar y verse con Sole y Patri se aprovisionan de unas litronas de cerveza y van al parque de arriba del barrio llegando allí con el coche, se marcan una ronda y unas risas con las bromas que les otorgaba la desinhibición del momento junto a las ganas de pasar un rato agradable.
Antes de irse para casa, después de una mañana tradicional cuando el instituto no tenía el interés deseado para causar que su presencia en él fuese necesaria; quedaron para después de la comida y hacer la sobremesa en el edificio sin uso aún, de la casa de cultura cerrada y violada su entrada cada vez que era requerida, frente al instituto; donde las reuniones eran norma común de un variado grupo de alumnos que optaban por dicho hábitat, antes durante o después de las clases, según la conveniencia del momento.
- Me piro a papear. Se despidió del grupo Charly, una vez que ya en el barrio, charlaban sentados en un banco de la plaza, una vez ya pasada la mañana con mas o menos fortuna según las expectativas. 
Charly, aunque pasaba de muchos rollos de casa, tampoco deseaba tener problemas con su padre por el mal ambiente que se creaba, afectando principalmente a su madre y por ella evitaba situaciones que le disgustaran.
Mientras los alumnos entraban en el instituto, Juan y Charly, ya esperaban cerca de la casa de la cultura, junto a Pepillo que se les unió mientras se acercaba al instituto y se acopló a la idea propuesta por sus amigos. 
El asalto se efectuaba por una de las ventanas del primer piso que por el casi abandono y la falta de utilidad provechosa del edificio, se encontraban en mal estado propiciando su entrada, ya que las del piso bajo, estaban todas con rejas.
Tras una espera prudencial y con unas condiciones optimas para la toma del castillo, Charly, se introdujo por una ventana superior después de escalar por las rejas, seguido del Pepillo que rápidamente se introdujo con la mochila que llevaba a la espalda. Juan después de trepar por el enrejado de la ventana inferior, se disponía a alcanzar la ventana superior cuando una voz de hombre, con energía y una determinación inequívoca, conminó a éste que estaba escalando a bajar.
Juan se volvió sorprendido y lo primero que vió fue la lechera en medio de la calle y los dos maderos haciéndole gestos con las manos y exigiéndole que bajara lo antes posible.
Los otros dos amigos que esperaban cerca de la ventana se coscaron de toda la movida y corriendo en dirección opuesta a la que se encontraban los ejecutores de la cortada de rollo, cruzando el edificio y saltando desde otra ventana directamente hasta el suelo y saliendo corriendo para desaparecer de allí, como si no hubiesen estado nunca.
Mientras tanto a Juan le metieron en la parte trasera del coche policial, una vez  pedido el carnet de identidad e interrogado sobre su nombre ,dirección y quienes eran los que habían subido antes de él, pues se percataron de todo. 
Sin mas remedio que dar los nombres y dirección de los que estaban juntos, le dieron una vuelta por el barrio pasando por las calles mas concurridas para que le pudieran ver. 
Al vivir los tres en un radio de cincuenta metros, cerca de la plaza, aparcaron el coche con Juan dentro en la parte de atrás, mientras un policía se dirigía a las casa de los amigos para comprobar y notificar los hechos a  los cómplices del delito y a sus familias.
Una vez terminados los trámites de información a los respectivos individuos, dejaron salir del coche a Juan, acompañándole a casa y notificándole a su madre que ya les llegaría la denuncia y posterior paso por el juzgado, tras explicarle la situación que había protagonizado su hijo.                   




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