lunes, 16 de noviembre de 2015

SUBE Y BAJA

Piscina móvil. Nueva York. 1960. www.friky.net


                                    
Había salido de casa con el ánimo alicaído, sin ganas de nada que pudiera alterar su apatía. Le costó cerrar la puerta tras de sí, consiguiendolo en su segundo intento, y sin casi apercibirse de que ésta había quedado cerrada al no percibir el sonido del encaje en el marco, que le pudiera alertar de que quedaba estanca. El ascensor tardó en aparecer, dado el continuo trasiego de los vecinos a esa hora, con la salida de los críos al colegio, las madres acompañando a los chavales o a la acostumbrada tarea de realizar las tareas de rutina diurnas para el mantenimiento de familia y casa. Algunos abuelos madrugadores, preparaban también la salida para el paseo y observación del paisaje, así como la posible reunión en cualquier banco a contarse los chismes que la actualidad traía, así como la crítica de cualquier ser que osara pasar por las proximidades de la posición de vigilancia.
Por fin la caja elevadora hizo parada en el piso donde esperaba Mario. Al abrir la puerta de acceso vio en su interior a Carla. Iba sola y distraída con el teléfono, por lo que ella no le prestó atención, tras saludarle sin emoción. Él se situó junto a ella, mirando a la puerta y sintiendo una leve sensación de inquietud, debido a la cercanía de la chica con la que soñaba en cada momento reflexivo del sentimiento más profundo que albergaba su corazón; pero el carácter y su inicial estado de timidez, le impedía incluso una mirada directa, mas la satisfacción que le causaba estar situado a su lado, oliendo su perfume, le invirtió las sensaciones que traía de casa, haciéndole pasar por la mente, diferentes pensamientos relacionados con esa chica que le atraía, sin habérselo hecho saber. En un momento determinado, hasta se vio incitado a plantearle cualquier sonrisa, alentando incluso un guiño de complicidad, por mera vecindad.
La llegada al piso bajo de salida, hizo que le abriera la puerta, cediéndole el paso; a lo que ella, con una leve sonrisa le agradeció sin reparar en la mirada que con tanto deseo, esperaba unas palabras de una conversación que no se produjo.
Salieron los dos juntos del portal del edificio. Carla cogió unos pasos de distancia al ir más deprisa, lo que hacía que Mario la observara con gratitud al poder ser partícipe de una visión amable y gratificante por el mero hecho de haber estado junto a ella en el ascensor y siguiendo sus pasos, aspirando su perfume que alimentaba el aire, otorgándole otra variable al común olor de la calle.
Carla llegó hasta la acera que separaba la calzada, donde el tráfico era continuo, y de una velocidad alta para la que requería la zona habitada. Ella seguía enfrascada en la observación de su teléfono móvil, tecleando la pantalla, donde seguro que mantenía una conversación con otra persona.
Mario seguía el mismo camino y dirección, pero ya sin motivación alguna relacionada con Carla. Él también tenía pensamientos que le hacían desviar la atención sobre otros asuntos. 
La mañana soleada era clara, y hacía prever una alegre transición hacia la noche, por el natural colorido que invitaba al optimismo, e incitaba a plantear y enfrentar toda cuestión, con miras aceptables a unas sensaciones objetivas de buena actitud, ante lo que cupiera acontecer a lo largo del día.
El choque fue tremendo a la vez que terrible. Carla salió despedida por el fuerte golpe del coche, que sin tiempo de reacción suficiente para evitar el accidente, hizo sonar el fuerte frenazo, girando de dirección, y llevándole a colisionar con otros coches, formando una gran  confusión y estrepitoso escándalo entre los gritos de los presentes y el desorden ocasionado entre los automóviles con frenazos, giros y maniobras para evitar un mayor alcance del accidente. Mario, lo observó todo mientras corría en dirección hacia donde había sido desplazada Carla, que tendida en una postura inverosímil sangraba abundantemente por la cabeza, inmóvil. El chico al llegar al lugar donde estaba ella, se agachó para comprobar su estado y consiguió ver aún con los ojos cerrados de Carla, una leve mueca de una sonrisa cercana y anterior al accidente, junto a otras personas que se acercaron observaron que su inmovilidad no presagiaba nada bueno ni alentador, pues su falta de reacción a los estímulos que era sometida, junto a la toma de constantes vitales, hizo pensar a los que allí había y a Mario también, que Carla había fallecido. Entre lágrimas y en estado de shock Mario se apartó ante las recomendaciones de una persona. Llegó al sitio donde estaba el teléfono y cogiéndolo, observó la conversación de un whatsapp donde decía "Te quiero". 



                                                                                 

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