
Carrera de la virgen. Pinterest.
Otro partido, otra final, otra oportunidad.
La que la vida nos pone continuamente, en cada movimiento, frente a determinadas disyuntivas que debemos resolver para salir airosos de las dificultades o situaciones por las que pasamos y requieren una decisión, un esfuerzo, un último intento.
Todo viene sin esperarlo, y aún así, luchamos y maduramos nuestras acciones a largo plazo, pues en cada inconveniente superado, nos emplaza al siguiente, con más fuerza y convicción, para poder llegar y rebasar el listón que según su altura, requerirá determinadas actitudes y estados de ánimo, y poder vencer en el momento que requiera ese tramo, en que llegue lo que con tanta incertidumbre se espera.
Otra caída, otro ascenso, otra esperanza.
La que al caminar, nos damos de bruces con el obstáculo que no esperamos hallar, derribando nuestras ilusiones de ver superado el inconveniente que nos lastra y encoge ante el avance que estimábamos teníamos controlado. Mas no importa, nuestro empeño hará en cada retroceso un impulso inequívoco para alcanzar nuestro propósito.
Otra mirada, otra sonrisa, otra caricia.
La que importa al tener el apoyo tanto físico como sentimental para afrontar las adversidades que ante nuestras vidas se plantan, resultan fundamentales para esquivar y encauzar el destino en un sentido favorecedor de nuestros intereses respecto a la forma en que se hace frente a las dificultades que nos atañen directamente. Hay momentos en los que no es suficiente superar esos contratiempos con el empeño solitario de uno, siendo necesaria la ayuda de un tercero, principalmente para que mentalmente se pueda sostener la razón en un equilibrio equidistante entre la cordura y la demencia que pueda provocar algún tipo de ansiedad o estado nervioso por la dificultad que pueda presentar la resistencia ante lo que se nos viene encima provocado por dicha contrariedad.
Otro sentimiento, otro ánimo, otra victoria.
La que se consigue con toda influencia exterior con caracteres positivos, nos hace sentir como propias tales circunstancias creadas a nuestro alrededor, plasmándose en el pensamiento que hacia la contrariedad teníamos, haciéndole cambiar tanto en el estado anímico que ve y piensa una salida que antes dificultaba tal opción por una sucesión de acontecimientos repetitivos y con carácter negativo, formando un circulo vicioso tendente a caer una y otra vez a tropezar con el mismo impedimento que hacía no poder enfrentar con garantías el inconveniente creado.
Otro paso, otro camino, otro paisaje.
El que se divisa desde lo alto del mirador.
Otro partido, otra final, otra oportunidad.
La que la vida nos pone continuamente, en cada movimiento, frente a determinadas disyuntivas que debemos resolver para salir airosos de las dificultades o situaciones por las que pasamos y requieren una decisión, un esfuerzo, un último intento.
Todo viene sin esperarlo, y aún así, luchamos y maduramos nuestras acciones a largo plazo, pues en cada inconveniente superado, nos emplaza al siguiente, con más fuerza y convicción, para poder llegar y rebasar el listón que según su altura, requerirá determinadas actitudes y estados de ánimo, y poder vencer en el momento que requiera ese tramo, en que llegue lo que con tanta incertidumbre se espera.
Otra caída, otro ascenso, otra esperanza.
La que al caminar, nos damos de bruces con el obstáculo que no esperamos hallar, derribando nuestras ilusiones de ver superado el inconveniente que nos lastra y encoge ante el avance que estimábamos teníamos controlado. Mas no importa, nuestro empeño hará en cada retroceso un impulso inequívoco para alcanzar nuestro propósito.
Otra mirada, otra sonrisa, otra caricia.
La que importa al tener el apoyo tanto físico como sentimental para afrontar las adversidades que ante nuestras vidas se plantan, resultan fundamentales para esquivar y encauzar el destino en un sentido favorecedor de nuestros intereses respecto a la forma en que se hace frente a las dificultades que nos atañen directamente. Hay momentos en los que no es suficiente superar esos contratiempos con el empeño solitario de uno, siendo necesaria la ayuda de un tercero, principalmente para que mentalmente se pueda sostener la razón en un equilibrio equidistante entre la cordura y la demencia que pueda provocar algún tipo de ansiedad o estado nervioso por la dificultad que pueda presentar la resistencia ante lo que se nos viene encima provocado por dicha contrariedad.
Otro sentimiento, otro ánimo, otra victoria.
La que se consigue con toda influencia exterior con caracteres positivos, nos hace sentir como propias tales circunstancias creadas a nuestro alrededor, plasmándose en el pensamiento que hacia la contrariedad teníamos, haciéndole cambiar tanto en el estado anímico que ve y piensa una salida que antes dificultaba tal opción por una sucesión de acontecimientos repetitivos y con carácter negativo, formando un circulo vicioso tendente a caer una y otra vez a tropezar con el mismo impedimento que hacía no poder enfrentar con garantías el inconveniente creado.
Otro paso, otro camino, otro paisaje.
El que se divisa desde lo alto del mirador.