lunes, 30 de mayo de 2016

UNA VEZ MÁS

                                                          Óleo, Fernando González. Granada. 
                              Carrera de la virgen. Pinterest. 

                                       

Otro partido, otra final, otra oportunidad.
La que la vida nos pone continuamente, en cada movimiento, frente a determinadas disyuntivas que debemos resolver para salir airosos de las dificultades o situaciones  por las que pasamos y requieren una decisión, un esfuerzo, un último intento.
Todo viene sin esperarlo, y aún así, luchamos y maduramos nuestras acciones a largo plazo, pues en cada inconveniente superado, nos emplaza al siguiente, con más fuerza y convicción, para poder llegar y rebasar el listón que según su altura, requerirá  determinadas actitudes y estados de ánimo, y poder vencer en el momento que requiera ese tramo, en que llegue lo que con tanta incertidumbre se espera.  
Otra caída, otro ascenso, otra esperanza.
La que al caminar, nos damos de bruces con el obstáculo que no esperamos hallar, derribando nuestras ilusiones de ver superado el inconveniente que nos lastra y encoge ante el avance que estimábamos teníamos controlado. Mas no importa, nuestro empeño hará en cada retroceso un impulso inequívoco para alcanzar nuestro propósito.
Otra mirada, otra sonrisa, otra caricia.
La que importa al tener el apoyo tanto físico como sentimental para afrontar las adversidades que ante nuestras vidas se plantan, resultan fundamentales para esquivar y encauzar el destino en un sentido favorecedor de nuestros intereses respecto a la forma en que se hace frente a las dificultades que nos atañen directamente. Hay momentos en los que no es suficiente superar esos contratiempos con el empeño solitario de uno, siendo necesaria la ayuda de un tercero, principalmente para que mentalmente se pueda sostener la razón en un equilibrio equidistante entre la cordura y la demencia que pueda provocar algún tipo de ansiedad o estado nervioso por la dificultad que pueda presentar la resistencia ante lo que se nos viene encima provocado por dicha contrariedad.
Otro sentimiento, otro ánimo, otra victoria.
La que se consigue con toda influencia exterior con caracteres positivos, nos hace sentir como propias tales circunstancias creadas a nuestro alrededor, plasmándose en el pensamiento que hacia la contrariedad teníamos, haciéndole cambiar tanto en el estado anímico que ve y piensa una salida que antes dificultaba tal opción por una sucesión de acontecimientos repetitivos y con carácter negativo, formando un circulo vicioso tendente a caer una y otra vez a tropezar con el mismo impedimento que hacía no poder enfrentar con garantías el inconveniente creado.
Otro paso, otro camino, otro paisaje.
El que se divisa desde lo alto del mirador.    

viernes, 27 de mayo de 2016

UN DÍA CUALQUIERA

 Fot. Pelicula "Another brick in the wall"yo. Pink Floyd. Columbia. 




Otro día más que se cargó el macuto sobre el hombro, en bandolera. Antes de abandonar la habitación, echó una ojeada por la ventana para ver cómo se presentaba el día. Salió con media sonrisa, pues vio que estaba soleado y limpio de nubes el cielo; aun así, escondía dentro de sí la certidumbre de tener el corazón desolado, y sus pasos, no eran todo lo enérgicos que pudieran llevarle con un estado de ánimo alegre. Abrazó con un beso a su madre y salió de casa.
Bajó las escaleras al trote, sin formar la escandalera que otras veces ocasionaba, cuando iba deprisa y saltaba sobre los escalones como si el diablo le persiguiera, retumbando cada pisada, en el pequeño espacio que cobijaba las escaleras del edificio de cuatro plantas donde vivía.
Una vez en la calle, observó el continuo trasiego de compañeros, amigos y otros chavales; acompañados de algún que otro adulto o hermano mayor; tambien los que iban solos, en grupo charlando, corriendo otros; se desplazaban todos hacia la puerta del colegio, que se encontraba en el inicio de la calle.
Poco a poco, se iban aglomerando alrededor de la puerta de entrada los familiares. Juntos, agrupados melancólicamente por la separación, veían entrar a sus niños, al centro del patio de recreo, limitado por dos edificios que albergaba cada uno las aulas de chicos y chicas respectivamente.
Según se dirigía Alberto hacia la escuela, se juntó con José Luis, que ya se estaba acercando a la entrada, y se paró para esperarlo. Éste, hacía cada día un gran desplazamiento desde el barrio donde vivía, pues a pesar de habitar junto a otro centro escolar, no encontró plaza allí, donde por proximidad le pertenecía. Era el chico más simpático, cercano y bromista de todos; a la par que imaginativo y fantasioso. Siempre conseguía una sonrisa de cualquiera que estuviera en su radio de acción, por una u otra causa.
Ambos se alinearon junto a sus compañeros, en la fila de séptimo curso.
Los profesores esperaban la llegada de sus alumnos, bajo el soportal del edificio donde se ubicaban la sala de profesores y la de dirección. Allí, los chavales daban forma a las filas, que por cursos se ordenaban antes de la entrada a las aulas. En el frente, se colocaba el profesor que tutelaba el curso, a lo que después de situar al guía, recorría la cola e iba corrigiendo la actitud del alumnado, con capones y algún que otro tortazo.
Y comenzaba la liturgia patriótica. Al cerrarse la cancela principal, se procedía al cántico generalizado del "cara al sol", que con tanto fervor entonaba el director, mandando la formación. Una vez entonado el himno, se procedía a entrar por orden de clases y filas corriendo a las aulas, entre golpes de algún profesor pidiendo celeridad.
El orden que se requería en la formación, se diluía a la vez que los pasos ligeros resonaban entre las paredes y sobre los escalones de las escaleras, hasta llegar a las aulas.    
Se entraba en clase y cerraban las puertas.
Alberto ya estaba sentado frente a su pupitre. Esperaban la inminente llegada de don Jesús, que todas las mañanas daba la asignatura de lengua y literatura a primera hora.
Mientras tanto, se gastaban pequeñas bromas, se reunían grupos para ver alguna novedad o cuchicheaban sobre hechos pasados. Otros, se preparaban para afrontar lo que pudiera venirsele encima, al no haber hecho deberes ni preparado la lección que tocaba.
El bullicio se hizo estanco, al ser sustituido por el corrimiento de sillas y la toma de posición del alumnado, de pie; al ver entrar al profesor.
Don Jesús era un hombre venido de Valladolid, de cuarenta y tantos años, culto, trajeado, y un estilo con porte de caballero del régimen, del que siempre adoctrinaba con gestas franquistas de las que hacía similitudes de obras literarias. Vivía cerca del colegio, en una de las calles del barrio donde una parte de alumnos residían, por lo que era mas conocido y respetado que otros, por su habitual roce casi diario en la calle. En clase era muy autoritario y si tenía que dar algun que otro bofetón, lo daba sin reparo, o un tirón del pelo de la patilla, con cierto cachondeo para hacerlo mas enternecedor o cercano.
Esa mañana, Alberto pasó contando cada minuto plomizo como una losa cargada a la espalda, sin nada que le hiciera atender con interés a las clases que se dieron hasta llegar a la hora del recreo.
Como siempre, se rompió la calma con el murmullo que hizo acto de presencia tras el sonido de la campanilla que daba por terminada la clase, alertando a todos del inicio del recreo.
En el patio, se formaron los equipos para golpear y disputar balones, en sus diferentes modalidades de juego. Aquellos que se emplearon en otros divertimentos, corrían unos tras otros, charlaban gesticulando alegremente, saltaban cuerdas al aire, y otros, que teatralizaban apasionadamente alguna situación vivida o digna de contar.
Alberto buscaba sigilosamente y con timidez a Isabel. Quizás no deseaba encontrarla, pues creía saber de antemano, la situación que se iba a producir y, nada había que le infundiera esperanzas para sentirse feliz.
Unos días antes del fin de semana, el grupo donde se juntaban fuera del colegio se había disuelto. Malas interpretaciones de gestos y peores palabras dichas por algunos de ellos, salpicó la relación grupal de todos, rompiendo la relación que en distinto modo creció en los más románticos.
Las bonitas palabras, los gestos amables, los besos robados, los sueños inacabados; se fueron con las ilusiones perdidas, las esperanzas rotas y la alegría frustrada.
Sabía el lugar por donde generalmente jugaba ella con sus amigas y fue hacia allí, dubitativo. Nada más verla, se le pobló el estómago de hormigas, no sabiendo qué hacer. Intentó dar la vuelta, pero cerrando los ojos pudo sobreponerse y se acercó a Isabel.
- Hola Isa. - Le dijo esperando una respuesta amable, simpática o cuanto menos una sonrisa.
- Hola. - Se limitó a decir ella, sin nada más que incitara a seguir una conversación.
Se quedó apoyado en la valla que cercaba el patio, al lado de donde el grupo de chicas se encontraba, mirando simplemente la actividad de las niñas y otras que por allí pasaban; pues también el recreo se dividía por sexos, y era muy raro ver juntos a niños y niñas jugando, dado el poco tiempo que hacía desde que compartían el mismo espacio, ya que hasta ese año, lo hacían en distinta hora.
Los pensamientos, deseaban configurar una manera de responder a una situación, que para ambos era dificil de encauzar y se decidieron por la espera. Como si el tiempo arreglara los deseos sin formar, aquellos que se imaginan sin actuar para desarrollarlos.
Y esperaba sobre la verja.
Solo la cercanía de Isabel ya le colmaba, y se encontraba a gusto allí, mirándola como corría, como sonreía o cualquier gesto que expresaba al jugar.
Alberto, sintió un gran vacío cuando comprendió que su valor, acobardado, había desaparecido. Isabel casi ignorándolo, no le concedió ni una sola muestra de empatía.
Se vio sorprendido por la gran rapidez con la que se extendieron los acontecimientos, los cuales dieron lugar a la ruptura del grupo, como una gran bola de fuego, que arrasaba cualquier brote de algún pasto que asomara sobre el horizonte;  una pandilla formada por sus amigos del barrio y aquellas chicas con las que se juntaron, por medio de amigos comunes.
No llevaban más de tres semanas yendo a jugar, y saliendo los domingos al cine o a pasear por la plaza, entre risas y comadreo.
La timidez había impedido en ese espacio de tiempo, que fluyeran y exteriorizara sus sentimientos hacia aquella chiquilla. Se mostraba abatido por la realidad que se había producido por tan lamentables sucesos, en los que no tuvo participación e influyeron tan negativamente para sus intereses. Al ser un hecho consumado, todos entendieron que no debían seguir viéndose.
Pero Alberto ya percibió que esa chica le estaba trastocando el pensamiento; que su dulce sonrisa, se reflejaba en cada rostro de cualquier niña que mirase; que su voz, resonaba en cada entonación que susurraba cerca de su oído; que su mirada, le inquietaba cada vez que soñaba con ella.
Mas ella, se mostraba lejana, impasible ante su cercanía e indiferente cuando al cruzar las miradas, su rostro denotaba frialdad y dejadez.
No le faltó mucho tiempo para comprender, que aquella chavala, no iba a ser la luz de su recuerdo, la niña que le hiciera fantasear con el futuro, a la vera de su deseo.
Abatido y sin más opciones de respuesta que la resignación, Alberto intentó integrarse en el grupo que jugaba al futbol, pero no pudo ser posible por la negativa de los jugadores. Sin ganas ni motivos por los que seguir en el patio, subió al edificio donde se encontraba su clase y tras mirar por la ventana un momento, se dirigió a su mesa, desplazó la silla y sentándose en ella, reflexionó con una aceptable conformidad de la situación, valorando positivamente la experiencia que aunque le había sumido en la tristeza y el desconsuelo, tambien concluyó con un sentimiento que le hizo aflorar sensaciones que el espíritu tenía escondidas y le fue agradable saber de su existencia. 
Aún faltaban unos minutos para el comienzo de la próxima clase de francés, que impartía don Vicente, un espigado profesor venido desde Canarias, ya con el curso iniciado, para sustituir a otro que abandonó el colegio; y el chico decidió entretenerse con las pinturas que sacó de la mochila, y allí estuvo dibujando con los colores entre los dedos.
Cuando ya estaban todos dispuestos en sus asientos, una vez terminado el recreo, la apatía hizo acto de presencia dado el poco entusiasmo que dedicaba el profesor en el desarrollo de los temas a tratar, entonando un suave y meloso acento, que Alberto captaba con una somnolencia cabezona y nulo interés, algo que a la mayoría de compañeros no les ocurría, pues su propósito era percibir la gestualidad y actitud tendente al general cachondeo de los chavales entre reprimidas risas y cuchicheos, sin que pudieran involucrarse en la dinámica del aprendizaje de la lengua de Rousseau.
Mientras tanto, la clase ya daba sus últimos coletazos entre frases y giros con entonaciones afrancesadas, y Alberto se movía en sus pensamientos por canales llenos de duda e inseguridad, con el sentimiento mostrado hacia Isabel, cuando se escuchó en una pausa en la disertación del profesor, el mugido alto y claro de una vaca.  
El sonido animal, salió procedente de un pequeño bote que se vendía como artículo de bromas, que tras voltearlo de su posición vertical, éste emitía un bramido como si una vaca, avisara de su presencia.
La sorpresa resultó impactante, descomunal y hasta paralizante. El silencio implantó su más severa huella, aumentada con el estado cataléptico que cubrió los rostros y gestos de todos.
El rostro del profesor se tornó de un rojo intenso, cual tomate en plena madurez, quizá causado por la ira y cabreo que sintió, al sentirse como el objetivo de tan tamaña barbaridad realizada en su clase.
- ¿Quién ha hecho la vaca? preguntó enérgicamente indignado y con una rabia supina el profesor.
A la vez que intentaba descubrir al ejecutor de tal afrenta, se desplazaba rápidamente de un sitio a otro entre pupitres, esquivando mesas y sillas como si persiguiera a la vaca para trocearla.
Cuando parecía que recorrería toda la clase entre obstáculos, se puso en pie un alumno.
Ignacio respondió en consecuencia a su acto y responsabilidad, contestando a la pregunta generalizada del profesor, con su confesión. 
Don Vicente se fue directo hacia el chico, superando la distancia que los separaba con una velocidad, que solo podía augurar la paliza que denotaba la intención de hundirlo a golpes en el momento que lo pillara. Acción que comenzó con un hostión en la colleja al llegar a su altura y aventurando los demás leñazos, Ignacio se protegió con ambos brazos, viendo soltar la mano y prever una ensalada de guantazos; sonó escandalosamente la agitada carcajada de José Luis, que no pudo contener la risa ante la expresión burlesca y caricaturesca del profesor y la situación creada. 
El maestro se giró hacia el lugar de donde procedía la risotada y presto, dejó a Ignacio con los brazos protegiéndose la cabeza, y dirigiéndose hasta el pupitre en el que estaba José Luis, que cesó su alborotada risa cuando vio venir el larguirucho cuerpo del profesor, con las venas del cuello hinchadas y las manos dispuestas a hostiarle; y como erizo en peligro, enrolló la cabeza entre sus brazos, suponiendo que hacia ella dirigiría los golpes, agachado sobre el pupitre dispuesto a recibir la zurra que después recibió.
 - No, no, no me pegue por favor, auxilio, socorro, don Blas, don Blas. - Repetía una y otra vez José Luis, llamando al tutor para que detuviera la solfa de tortazos que le estaban cayendo encima, sin que por ello, acudiera el mencionado profesor en su ayuda.
Una vez terminado de golpear a José Luis, entre gritos y lágrimas de la gran excitación a la que estuvo sometido, el profesor le quitó el bote sonoro a Ignacio, dando por terminada la clase con un gran portazo al abandonar el aula.
Ante el espectáculo representado y sin la autoridad del profesor que menoscabara cualquier reacción a lo sucedido, todos los alumnos explosionaron y liberaron la tensión con risas, gestos alegóricos de la función y grandes carcajadas, después de comprobar el buen estado físico de Ignacio, así cómo de José Luis, y comentando con alborozo la jugada, e imitando jocosamente la gran actuación de los actores implicados en la escena.
Aquella situación fue la distracción perfecta para que Alberto, orientara el pensamiento hacia el pitorreo y jolgorio en el que participó con sus amigos, olvidando la tristeza e inseguridad que le ocasionó aquella decepción sentimental.
Aunque no lo sabía, aquella experiencia detalló y enseñó las sensaciones que su corazón sentiría en posteriores situaciones que la vida le ofreciera, cuando sus sueños rondaran los amores de una mujer.
Al llegar a casa, después de toda la emotiva mañana que le nubló el pensamiento, se fue a su habitación a por la fotografía que tenía de Isabel guardada en un cajón. Al cogerla, la miró y sin pensarlo la rompió. Creyendo que con aquél acto, se evaporaría de su mente como si nunca más volviera a existir.
Acto seguido, se dio cuenta del error, pues ya no tendría su imagen para recordar su bonita sonrisa.



miércoles, 25 de mayo de 2016

A TU LADO

         Acuarela. Manuel Jiménez Sánchez. "El Darro". Granada.
                             globalarchytrad.blogspot.com.es 




                                  


El ocaso perdido de una estrella
suave giro de luz que te ilumina
un pensamiento agradable imagina 
linda primavera marcando huella


En tus ojos la mirada destella
el resplandor que a tu vera camina
sutil figura silueta divina
de entre todas las flores la más bella


Dibuja un amanecer la alegría
ya reluce la alborada contenta
por poder anunciar un nuevo día


Otra sonrisa que la historia inventa
palabras y gestos en armonía
un cuento feliz viste a Cenicienta





lunes, 23 de mayo de 2016

SI ELLOS LO DICEN...

             
                    Van Gogh. - El bosquecillo. Pinterest.
                       

Como inicio de charla, pensaba disculparme por haber hecho de unos versos de Alberti en "Marinero en tierra", un símil de mi relación o algo parecido con el blog que publico; creyendo que pudiera haber herido alguna sensibilidad por atreverme a hacerlo. Veo que no ha habido ningún reproche ni comentario indicándome de lo inoportuno de tal decisión. Pues ahí lo dejo y no lo mareo más.
Me engancho con facilidad a cualquier tema y me planteo distintas opciones, prefiriendo relatar algún cuento chino, una charla sobre la intrascendencia de la vida y algunas estrofas versadas. Así me lo planteo para dar salida a las publicaciones durante la semana, no calentándome mucho la cabeza como cuando publicaba todos los días menos el fin de semana, y que me estresaba la continua puesta en escena, aunque debo decir a mi favor que en esos momentos me sirvió de escape para sacar lo que me propuse al abrir el blog. 
Ahora, una vez que tengo más amplitud de observación respecto a lo que quiero expresar, me paro. Doy un pasito y reflexiono durante más tiempo lo que voy a publicar, sin prisas, ni presión que me haga escriturar en estado nervioso porque no sale el artículo publicado, como cuando tenía los problemas ya comentados con anterioridad que la editora me exigía, hasta que me hice con el control del accionariado; bueno siempre lo tuve, pero con consejeros que me hacían la puñeta cada dos por tres, reprimiendo mi iniciativa y posterior publicación. Ya sabéis los que iniciaron mis lecturas por aquellos tiempos las vicisitudes que tuve que tragar, así que todo olvidado y a empezar con una nueva temporada al final de liga, para entretener a los que caigan en ésta página aunque sea por descuido.
No sé si os habéis tragado el cuento de las esteladas (bandera independentista catalana). A mí me huele a chamusquina. Éstos del Pepé no dan puntá sin hilo, y me parece que hablando todo el mundo con el tema y centrados los noticieros y periódicos, así como las redes nebulosas echando humo de comentarios y argumentaciones a favor y en contra; han conseguido dirigir un estado de opinión que nos ha mantenido obnubilados con tamaña gilipollez.
Que curioso, somos capaces de enfrentarnos no sé hasta qué punto por un trozo de tela coloreada que representa el valor que cada uno quiera darle y llegar incluso a ¿matar? por conseguir que ondee en lo más alto del capullo en flor.
El pasado sábado hubo manifestación en Madrid de un grupo de ultraderecha (neonazi lo llaman) pero como portaban banderas de España, además de las de su organización y lemas contra los inmigrantes, no era suficiente causa para prohibirla, advirtiendo el ayuntamiento de la inconveniencia de autorizarla y con la repulsa de vecinos y quejas a la delegación del gobierno por permitir el paso por su barrio, pero eso no se prohíbe, porque parece ser que no atenta contra la libertad de los demás y es un derecho de expresión formular sus posiciones.
Vaya, lo contrario de la argumentación gubernamental para prohibir la exhibición de banderas independentistas. Nos hemos vuelto locos, o ¿qué es lo que nos pasa?.
Está clarinete que los gobernantes en funciones tienen la máxima de "cuanto peor, mejor", al estar siempre buscando conflictos donde no los hay, para encrespar los ánimos de los oponentes políticos y sociales, contribuyendo a crear una situación de enfrentamiento con el resto de adversarios y entre éstos mismos al posicionarse según con cuál bando. Y mientras tanto se nos olvida o pasamos por alto las corruptelas, asegurándose el partido en funciones su probable estimación de voto que ronda el 30%, iniciando  o sustentando debates que alteren los ánimos de sus propios votantes, ensalzando el patriotismo al negarle el suyo a otros.
No le deis más vueltas, estamos en campaña electoral desde el 20 de diciembre y no se sabe cuando se va a acabar, a cavar su propia tumba.
Qué cansina se hace toda ésta movida, dan ganas de pasar y que les den a todos, pero si no se vota, la abstención beneficia a los de siempre, los que se presentan en todas las circunscripciones y obtienen mayor porcentaje de votos, y esos sabemos quiénes son: los que manejan el taco.
Aunque no os hagáis muchas ilusiones, esto  está más amañao que la ruleta de mis juegos reunidos.
El cotarro lo manejan cuatro y no permitirán que cambien las cosas a otro estado, ya sea líquido o gaseoso. Es muy sólido lo que ellos tienen entre manos, si no, ved el ejemplo de Grecia.      

viernes, 20 de mayo de 2016

EL BLOG. LA BLOG

                       Ilustración. Dave Packer. - Druva blog                                      
  


                                                                              

El blog. La blog.
El blog. ¡Sólo la blog!

¿Por qué me trajiste, letra, 
para apalabrad?
¿Por qué me incrustaste
en éste lugar?

En sueños la palabreada
me tira de la razón;
loco quisiera estar.

Letra, ¿por qué me viniste
desatá?

Gimoteando por ver el blog,
un escriturito en sierra
alza al viento lo que siento:
¡Ay mi letra traicionera;
eterna, escondida en un cuento
al mirar la palabrera! 





miércoles, 18 de mayo de 2016

GANANDO TERRENO

                 
          Fot. Arenas de S. Pedro. Ávila. www.arenasdesanpedro.es

                                         
Me siento satisfecho con el retorno a la divulgación de mis palabras conjuntadas en distintas formas de expresión, aunque ahora llevo poca palabrería divulgada, más bien casi nada; espero alcanzar el ritmo al que estaba acostumbrado, con algún cuento o relato, puede que me siga iluminando la rima, cosa que casi nunca había hecho, al no ser aficionado ni lector, salvo algunos títulos versados que me llamaron la atención pero sin erizarme el bello de la emoción. Ahora es distinto, me apetece versar sin más pretensión que alcanzar unas rimas dentro de un orden establecido por las normas poéticas y me gusta, sin aprendérmelas de memoria que creo debería ser condición prioritaria para recitar con énfasis y agrado cada sentimiento expresado en el conjunto de versos unidos en distintas estrofas.
Me asombra la cantidad de poemas escritos, cosa que al recopilarlos y leerlos de nuevo me enorgullece, además me suenan bien al pasar por mis oídos y recitarlos en voz alta, e intento que cumplan los requisitos que se le exigen a los versos encadenados. Ésta condición placentera de escribir de vez en cuando algunas estrofas, no me ha hecho un lector de poesía, sigue sin apasionarme, pero sí hace interesarme por lo que otros componentes de las distintas comunidades del G+ que están más próximos en círculos frecuentados con más asiduidad, y la verdad es que no hace falta ser un reputado y afamado poeta para componer bellas alegorías de sentimientos como observo en muchas páginas. Es notorio que la calidad pasional y el buen hacer, junto a una base promocional que resalte el trabajo efectuado, determina los resultados que puedan hacer llegar a donde uno-a desea, o por lo menos intenta, y a mí creo que me falta la pasión, además de otras cosas para estar a la altura de lo que leo por otros blogs.
Empecé relatando cosicas de la infancia y adolescencia, llevándome cada relato al nacimiento de cuenticos y brevedades auspiciados también por otros que ya tenía escritos y saqué del armario proclamando su ambigüedad lecturil.
A cada paso que aumentaban mis escritos, me hacían coger  confianza y expresar alguna que otra neura, y percepciones que mi cerebro era y es capaz de desarrollar, y sin ninguna cortapisa pude y puedo mostrar, aunque recomiendan que no es conveniente declarar todo lo que uno es, porque siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse de ello; a mí poca cosa me van a suplantar, pues no escribo best sellers. Por eso me colé en esta fiesta. Para expresarme con total libertad sin ver coartados mis sentimientos, mostrando la personalidad y carácter a través de mis palabras encontradas.
Es ilusionante volver a decir lo que pienso en distintas propuestas, tampoco es mucho el tiempo que no he escrito, pero al formar parte de un hábito que me otorga diferentes sensaciones satisfactorias, la principal es que los que entráis con regularidad a ésta página lo sigáis haciendo, aunque siempre he mostrado que escrituraba por conveniencia personal, la costumbre de interactuar por medio de comentarios, o a través de puntuar con la reseña +1, o me gusta del face; crea una empatía con los que lo hacen que aún sin conocernos, establecemos una cordial relación basada en lo más destacado y expresivo que podemos ofrecer como es la palabra; escondida, buscada, encontrada y sacada a la luz.
No importa si el gusto no coincide, pues para ello existen los colores, que junto a las palabras dibujan murales infinitos de variedades cromaticolectoras, siendo dicha diferencia la incuestionable capacidad de la creación individual como baluarte de la belleza.



lunes, 16 de mayo de 2016

MOVIMIENTO SUTIL


                            Fot. Nebulosa Reloj de Arena.(Ojo de Dios). www.Taringa.net




El teléfono se había convertido en una pieza básica de trabajo, una más de las herramientas empleadas para la consecución de sus propósitos; tanto a nivel profesional como personal ya formaba parte de un elemento imprescindible, como un órgano o miembro corporal, sin el cual sentiría la sensación inherente al vacío producido por la completa soledad de la incomunicación.
Llamadas continuas, tanto de receptor como de impulsor de la toma de contacto; el negocio requería una actividad comunicativa con clientes y proveedores de suma capacidad social, cuestión primordial para el logro de todas sus pretensiones económicas y mantenimiento de su deseado nivel de vida que junto a Sandra, su pareja sentimental mantenían.
El estrés y la ansiedad también formaban parte de su general estado anímico, debido a su frenética actividad que pocas veces desconectaba, pues los días de descanso no le hacían evadirse de tan excesiva responsabilidad, y aunque Sandra formaba un tándem equilibrador tanto en el negocio que administraban como sentimentalmente, a Manuel le castigaba su carácter al quererle buscar la máxima eficacia, e incluso perfección en todos los asuntos a tratar con sus colaboradores empresariales.
Una vez impulsada y mantenida la empresa en unos niveles aceptables de rentabilidad y prósperas perspectivas futuras, la rutina diaria no le hacía a Manuel tomarse con más calma y serenidad los avatares que con la asiduidad regular se repetían; al contrario, le causaban tal inquietud y tensión nerviosa que cualquier suceso fuera de lo normal o que saltara las pautas en las que él se desenvolvía mejor, podría llevarle a una situación límite.
Aún así, llevaban una vida acorde con la relación entre el trabajo y su estado sentimental, aunque no pensaban todavía en la posibilidad del nacimiento de un bebé, sí mantenían una relación que hacía sospechar en una pronta decisión para aumentar la familia.
El día comenzaba muy temprano para los dos, y mientras Sandra se quedaba en el establecimiento donde regentaba la oficina administrativa, controlando a su vez toda la logística que requería el negocio; Manuel cogía el coche para contactar y resolver las eventualidades que se generaban con ocasión de un mal funcionamiento en la cadena que hacía engranar todos los resortes para que no hubiese problemas. Todo ocurría como cuando los días eran iguales y ninguno era el mismo.
Hacían el almuerzo juntos en un restaurante cercano al lugar donde estaba establecido el núcleo en el que giraban sus vidas, y tras una tranquila y amena sobremesa retomaban su actividad en la nave del polígono donde tenían establecido su negocio; hasta la hora de cierre que iniciaban su marcha al chalet adosado de una urbanización cercana a la sierra, no muy lejos del lugar de trabajo.
La rutinaria convivencia diaria les llevó temprano a dormir, pues el cansancio dirigía las voluntades haciendo del descanso un deseo y la pronta puesta en escena del día siguiente una obligación irrenunciable. Así, la costumbre determinaba los horarios que ambos cuerpos y mentes tenían asimilados, comportándose quizás como elementos programados, como el amanecer que no falta a su cita con la iluminación de la oscuridad.
Esa noche, Manuel tardó más tiempo del habitual en dormirse y mientras percibía la plácida compañía de Sandra con su dulce aroma y tranquila respiración, él paseaba por la memoria la película representada durante el día, intentando mejorar los resultados para la siguiente jornada laboral.
Pensando en ello estaba, cuando acechaba el sueño para darle la última oportunidad de conciliar la actividad con el descanso, y le vino a los oídos el siseo metálico de lo que en un principio le pareció el sonido característico de un movimiento sigiloso del cascabel de una serpiente. No le pudo dar crédito a esa suposición por ilógica y fuera de lugar, no creía con seguridad que pudiese haber entrado una serpiente a su casa y menos en la habitación, aunque también comparó el sonido con uno de tantos que la noche produce, tratando de convencerse de que no era mas que una apreciación puntual de algún ruido común, y se tranquilizó hasta el punto de no obsesionarse con lo escuchado sin  permanecer alerta toda la noche. No volvió a producirse la situación vivida durante el tiempo que se mantuvo despierto, hasta que cayó dormido sin preocupación alguna.
La noche pasó su ronda dejando asomar lentamente los primeros vestigios de luz, de unos haces solares que desplazaban y cubrían de colores cualquier rincón oscuro.
Con la mañana cubierta por el manto iluminado de la estrella solar, despertó la naturaleza acompañando el toque sutil de la alarma del reloj, que hizo en la pareja el normal movimiento que la consciencia tomara el control de los actos que se inician al despertar de un sueño descansado y reparador de sensaciones e inquietudes.
Mientras ambos procedían a iniciar la salida de entre las sábanas, tras desearse un buen día entre suaves caricias, apareció de repente el tictaqueo metálico y siseante que Manuel había escuchado horas antes. A él le acojonó enormemente y a Sandra la sorprendió asustandola con nerviosismo al creer lo que ya había pensado anteriormente Manuel.
Los dos hablaron de la posibilidad de que se encontrara una serpiente allí mismo y sin más demora, Sandra salió de la habitación presa del pánico dejando a Manuel que empezara su búsqueda con suma cautela y miedo, retirando el colchón de la cama, desplazando todos los muebles aptos para hacerlo posible, las cajas de almacenaje del vestidor, etc. Todo esto en un momento corto de tiempo, con una inquietud y nerviosismo que le hacía contemplar la posibilidad de un ataque con mordedura y la circunstancia fatal venidera.
Con el estado de ansiedad creado y la habitación desordenada en todos sus aspectos, volvió a sonar el siseo a la vez que Manuel miró hacia el lugar de donde procedía y vio sobre la mesita junto a la cama el teléfono que se le abrió un diálogo de mensaje; y recordando que durante el día anterior cambió el sonido de las notificaciones por ese siseante movimiento del cascabel precisamente, pero que ya había olvidado.
Volvió a cambiarlo después de tranquilizar a Sandra haciéndola escuchar el sonido de la notificación del mensaje telefónico.

jueves, 12 de mayo de 2016

¿QUÉ ME PONGO?

                               
    Fot. Santorini (Thira), Oia Grecia. www.deccanchronicle.com

   

Sueño, aunque no existo. Existo y aun así, no sueño.
No sé a qué se debe. Será la edad que me trastorna la función cerebral encargada de asumir dicha actividad. No suelo recordar los sueños que por la noche alimentan mi inconsciencia.
Alguna que otra vez muy de tarde en tarde, me sorprendo con la alucinación ocasionada durante el estado REM relamiendome y regocijandome de haber sido partícipe, o sin serlo; de observar una historia surrealista producida en mi neuronal conjunto eléctrico, donde cada chispa que se produce puede ser la que me haga ser consciente de alguna historia para contar.
A causa de mi falta psíquica debo imaginar sin una base, que seguro cualquier sueño ya sea del tipo que sea (dulce, amargo, simpático, terrible o cualquier pesadilla), haga despertar entre sudores al durmiente, y pueda servir de plataforma para iniciar un relato guionizado, o una fábula desarrollada para conveniencia del escriturador.
Al no ser posible tales suposiciones, debo buscarme la vida para encontrar algunas palabras escondidas o perdidas sin rumbo que cazo dramáticamente, jugándome a la vez la posibilidad del nacimiento de cualquier marrón escrituril o una buena, o regular narración. De ahí que salga por peteneras cada ocasión que mis dátiles pulsan las letras sobre el teclado. Debo dar ocasión a la psique, que no se entera de las múltiples variables desarrolladas en el interior de la penumbra, con un toque de atención y una vez puesto al tanto, aumento el estado fantasioso con los ojos abiertos y despierto, supliendo dicha falta receptora del estado levitativo cerebral, y haciendo de los sueños nocturnos que existen, aún sin recordarlos; un incentivo. Y que no supongan un quebranto de mi inventiva, por supuesto. 
Puede que sea una gilipollez lo que he plasmao, si es así, ya lo revisaré cuando vea el todo contextual en el que trato de meterme. (Lo es, pero se queda. Me da pereza cambiar y meter otra trola).
Me resulta chungo y cansino cada vez que tecleo el móvil, pues no soy una lumbrera cuando de pulsar el abecedario y signos se trata. Más bien, se podría decir que soy un discapacitado teclear, al no utilizar como mínimo el 50% de los dedos que observo en personas aptas, con un teléfono móvil en las manos. Respecto a la velocidad de crucero empleada en el desarrollo de éste que les estoy contando, sumado a la inutilidad proclamada anteriormente; creo que me sitúa en el grupo de la especie que no va a evolucionar con los parámetros dignos para ser un elemento con capacidad de bajar del árbol.
Soy consciente de que camino erguido y mi uso de razón, aún cuando entre lagunas de la memoria me baño; todavía no he perdido el bañador, lo que no es óbice para ser consciente que las nuevas tecnologías y avances me van a mantener entre las ramas, al no incorporarme con el debido entusiasmo como para tirarme de cabeza al agua.
Cierto es, que en la pista tecleadora del computador me desenvuelvo relativamente regular, con un grado de discapacidad más común entre los seres que si seguimos en la selva, estamos adaptados al medio con una normalidad generalizada, merecedora si cabe de los desplazamientos entre árboles, sin importar el medio utilizado para ello.
Ahora, que no me da por escriturar con la asiduidad con la que lo venía haciendo (¿por qué será?, me pregunto sin responderme; ahí calladito y cobarde) sigo sin dar pie con bola. Apartado de la nube, mis inquietudes y desarrollo escrituril se han parado y vaciado como recipiente boca abajo, sin una lógica explicación que aún en el mejor de los casos pueda comprender. 
Tampoco es tan grave, pues cosas peores se han visto, y si fuera alguien que ostentara la palabra suprema pues me daría qué pensar, pero al no serlo puedo escabullirme sin remordimientos ni responsabilidad.
Tú la llevas.

lunes, 9 de mayo de 2016

EQUILICUÁ

                  
Gustave Caillebotte. -Balcón boulevard Haussmann. www.rtve.es 

                                         
Otra vez al follón. Metío con calzador me dispongo a seguir dando el coñazo. Disculpen tanto la ausencia como la presencia. 
No tengo palabras para relatar la emoción que me embarga al deletrear de nuevo en éste portal.
No pasa nada, la letra está amarrada. Aunque parece que ya no cuela, ni conmigo mismo consigo conciliar la letra y la palabra. 
Tengo tal cacao mental, que escrituro frases encadenadas a la ligera, mal que me pese. Intento deletrear sin el éxito requerido poniendo sobre el tapete, varias posibles ocurrencias por si alguna alcanza la nube, donde se mueven los renglones de arriba abajo, situando los párrafos en orden y encasillados, según establecen las normas escrituradas.
La última vez que asomé el pescuezo por aquí, lo hice con la plena convicción de la continua y segura rutina establecida hasta ese momento, una vez mi reincorporación fuese un hecho; cosa que con el paso del tiempo me ha demostrado cuan equivocado estaba.
No sé si meter una trola o irme por las ramas, o seguir como si conmigo no fuera la cosa, u obviar el tema olímpicamente. También puedo relatar mi ausencia, tal que de una historia interesante se tratara, cabiendo la posibilidad fehaciente de la verdadera causa que ocasionó el queo y espantá por el hocico; así, por la jeró. 
Y este tío ¿de qué va?. Se preguntará algún lector harto de tan teatral actitud. A eso no hay respuesta, al no tenerlas todas conmigo (las soluciones) arrejuntás, y en clara disposición de dar una explicación convincente, acorde con lo deseado por aquél que se haya hecho la pregunta. Puede suceder que dicha pregunta no se la haga nadie, por lo que mi disposición a contestarla carezca de relevancia, y mi respuesta sea más confusa aún de lo que se trata de aclarar con el diálogo establecido entre un besugo y su hermano de camada hueveril.
La vida pasa sin dar un respiro determinado en los asuntos o cuestiones que nos afectan personalmente (sin generalizar ni personalizar, al aire; quien lo vea que lo recoja), y no se dispone de las circunstancias al antojo individual, para que todo suceda a gusto del consumidor de gases elementales respirables. El tiempo tic taquea martillando cada segundo, avisándonos del golpe que pare la maquinaria en cualquier momento, al doblar la esquina o girar la cabeza para mirar esos bonitos ojos que tienes.
No hay término medio. Si además nosotros ponemos las piezas para construir el castillo, que una vez izada la bandera en su punto más alto, destruimos sin miramientos ni compasión, ya está el lío hecho.
Siento la razonable opinión sobre lo expuesto como un conjunto de perogrulladas, que me abocan al pozo del incapaz e inútil intento de relatar con algo de coherencia sobre determinado asunto, y por ello me veo en la situación de solventar la papeleta con una retahíla de memeces y comentarios absurdos, cuando no deseo opinar sobre noticias o acontecimientos de nuestra realidad cotidiana por motivos varios.
No me apetece, no quiero ni se me espera, de momento.
Con lo bien que me enrollaba anteriormente al parón estratégico. Ahora tecleo y dudo, leo y borro, pienso y se diluye la argumentación entre tontas explicaciones sin sentido.
Pudiera haber ocurrido la neutralización de esa neurona díscola que andaba a su bola, siendo ella la causante de mi verborrea, y una vez vuelta al redil comunitario, paso a ser el tipo sin inventiva ni espontaneidad, que temía convertirme tras la ausencia del poquito ingenio que pudiese haber tenido alguna vez.
Aunque paso de comerme la cabeza, seguro que la inspiración me pilla escriturando, lo que ahora ocurre es que no me convence casi nada de lo que surge según voy colocando palabras. Y si a mí no me resulta atractiva, no me voy con ella.
Entre pitos y flautas se toca una melodía, entre signos y letras, alguna tontería.
Si fuese capaz de sacar provecho de esta oportunidad que se me brinda, al poner sobre blanco inmaculado unas letritas juntas con ideas o proposiciones varias, que busquen una salida de expresión comunicativa de tantas y cualquier ocurrencia, nacidas tras unos pensamientos retenidos y elaborados o sin serlo, que el libre albedrío se encarga de seleccionar y desarrollar, para su crecimiento entre montones de hojas lecturiles, hasta su caída en el más absoluto olvido del anonimato, perdido entre los desechos de las palabras vacías y los textos partidos. O no, y tiene un hueco en la memoria de algún lector, que no deja a esa página huérfana de una lectura regular, o un vistazo casual, e incluso un recuerdo puntual. Pudieran ocurrir tal cantidad de confluencias aleatorias y  casuales, que nadie puede aventurar un futuro determinado, para cada pensamiento que sale a la luz de unos ojos que observan y transmiten sensaciones a través de la lectura. Así son las cosas que pasan en la vida, tan inesperadas e ilógicas a veces, que se puede esperar cualquier situación posible con el devenir circunstancial de los hechos venideros.
Fortunas infundadas pueblan la imaginación, incapaz de sostener una historia que reclame la atención lectora del especimen letreril, y por ello crea núcleos inconexos para intentar salir del círculo vicioso sin lograrlo, repitiéndose el día de la marmota en versión palabrería.
Voy a cortar la emisión que el receptor del mensaje tendrá vida propia y deseará ocuparse de sus asuntos. 
Venga, apaga la luz cuando salgas. Y no cierres la puerta, que se ventile un poco la leonera.