miércoles, 22 de abril de 2015

EL LECTOR LEE

                                        
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A ver por donde sale esto. 
Me acongoja la cantidad de tonterías y gilipolleces que he podido decir ( bajo la total ignorancia de tales hechos), cosa que no exime la responsabilidad; a la ignorancia me refiero.
Miro hacia atrás y me sorprendo a mí mismo. Es curioso sorprenderse a uno mismo con según qué cosas, a éstas alturas. Donde si caes, posible sea que te levantes con un bastón, o dejes de hacerlo y reposes tendido. Ya, tampoco es para tanto. La exageración es común en casi todas las citas que refieren situaciones relacionadas con la edad de piedra.
Desde que comencé a palabrotear con y sin control, me he preocupado de mantener una regular publicación y descargar inquietudes con alguna que otra parrafada para pasar el trámite (sin faltarme el respeto, con ello no se lo falto al lector) pues en una cabeza donde se puede tocar fondo, no caben muchas ideas y las que quepan, serán poco originales y comunes, sin nada nuevo para aportar y que valgan la pena prestarle un poco de atención. 
Desarrollando los párrafos que mantienen en pie la bitácora, he conseguido entretenerme y disfrutar de tan agradable compañía como es la de los lectores que me acompañan tras cada palabra que salgo a buscar, unas veces encuentro las adecuadas y mas agradables que me hacen sentir tan bien, como es posible que las que se dejan atrapar, lo hagan para estropear y emborronar la plática deseada. Así que, "como decíamos ayer" o antes de éste párrafo, la apertura al mundo de otra página más, que da el coñazo con cosicas de uno, me tiene a piñón fijo y atento a cualquier motivo que me dé la oportunidad de relatar cualquier chuminá, que me llena y compensa el tiempo que dedico a ordenar los palabros que encuentro perdidos, o desterrados, porque a nadie importan y vagan entre las oraciones mal construidas y las frases sin sentido, olvidados en el desierto de la ignorancia, sedientos del lenguaje que entre dialectos y jergas nadie concede la oportunidad de aparecer en un texto.
Pero mi disertación va encaminada al agradecimiento del lector que soporta con una serenidad digna de elogio, tamaña conjunción de escritos de alguien que precisa de la preparación óptima para poder encadenar los palabros que todo texto requiere. 
Mis pocos y humildes versos, trato de rimar sin conocimiento de la totalidad de sus reglas y me contento con lo que sale, tras disculparme por si a algún leedor daño con semejante apaño. Seguro que se habrán dado cuenta de mi falta de ortodoxia en el escrituro de cualquier función, perdonen vuesas mercedes la carencia, no lo hago con intención. Mas mi voluntad es escasa para acabar con la torpeza que en mi cabeza arrasa.
Me consuela el escrito que relato, pues al hacerlo sacio satisfactoriamente mi ilusión, pero no es lo mismo que nadie lea ni preste atención al estar el ego atento a cualquier subidón, pues todo escrituro requiere del lector que haga valer el objetivo de todo "autor". Si, ya sé que me viene grande el traje y ni ajustándolo podría ponérmelo; ni lo pretendo. Yo a mis cosicas, que me sirvan de extracción novelada de la verborrea.
Que disfruten si así ha de ser y si aburro, notifíquenmelo para remediar tal situación, y no pierda su querer por leer, ésta hoja traspapelada de la rama de un árbol escondido. Ser leído agrada a la estima, a la par que la agranda.
Gracias por asomarse al balcón y mirar este bosque de letras, donde amanece cada vez que lo leen.



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