
El Guijo de Sta. Bárbara. Salto del Trabuquete. Cáceres. www.casitasruralesdelavera.com
Me refleja la silueta un cristal, y no puedo sustraerme de la placidez que me ocasiona el momento, sentado, esperando pensando en tí, anhelando tu llegada.
Me agrada la espera, me complace el tiempo que me otorga para pensar, aprovechando la ocasión y satisfacer las pausas que entre los desplazamientos acostumbrados que plantea la actividad diaria, escribo para decir a través de las palabras buscadas y con mas o menos dificultad, las que son encontradas entre montones de párrafos, frases, oraciones con y sin sentido, sin ánimo de vanagloriar la situacion, sin pretensiones didácticas de ningún sentido, capturando pasajes de lo que el cerebro quiera indicarle al sistema nervioso, movilizando las ramificaciones dactilares para contar cualquier pensamiento, y no quiero levantar la cabeza para observar en el vidrio que transparenta el escaparate de modelos estáticos, la visión que proyecta mi figura.
En una laguna existe una poza, a la vera del lugar en que se sienta una moza, junto al vergel donde danzan las flores al ritmo de la brisa que hace expandir el aroma de tu fragancia que me anuncia la proximidad que con tanto ímpetu reclamo.
Mientras la mente detiene el tiempo, el momento pide creatividad, una expectación entusiasta que recibirá con pasión la deseada llegada de tal ocasión, de aquello en lo que me tiene en vilo, en el deseo del encuentro pretendido; pero pienso mientras espero en lo feliz que soy por estar esperándote, mientras brotan imaginarios pensamientos que dibujan tu silueta acercándose suntuosamente, consolándome tu llegada que ansío con la esperanza de verte de nuevo junto a mí, comprendiendo que a tu lado, los miedos se diluyen convirtiendo mi ilusión en el refugio del abrazo, en el encuentro de la ilusión y la venida de la complicidad.
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