miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA NOCHE SILENCIA MI VOZ

                         
                             Fot. Juan M. García F. facebook                                                        

Los sentidos aumentan y las percepciones hacen variar la objetividad de las situaciones que la oscuridad nos deja distinguir, el pensamiento y la reflexión funcionan con su máxima actividad, siendo las conclusiones de tal juicio, mas justas y equitativas por la mayor eficiencia y eficacia mostrada al desarrollar cada cuestión que entra y se abre paso por la conciencia. Pues si hay un momento en el que la clarividencia del intelecto puede resultar óptima, y con una selectividad  equitativa de lo que se le ocurra discernir al conjunto de las ideas o postulados que en ese momento son procesados, sin ningún tipo de duda; la quietud, la paz y el sosiego que la noche ofrece están relacionados con la mejor predisposición para tomar una decisión respecto al tema que esté en la contienda de las reflexiones. 
La soledad.
La indefensión.
La incertidumbre.
Cuántas sendas recorridas son exploradas una y otra vez, hasta llegar al mismo lugar de incomprensión, sin respuestas, sin soluciones que aportar al resultado final.
Cuántos sucesos imprevistos causan el momento de ser repasados hasta el hastío, siendo de nuevo la consecuencia de una nefasta conclusión que ya fue otorgada por la providencia de un mal pensamiento.
De qué manera se corrigen aquellos hechos indeseables que alcanzaron notoriedad por la nula incompetencia del razonamiento, e hizo llenar la conciencia de temor y disgusto, encontrando la noche vagos anhelos de resarcimiento, buscando enrevesados caminos que te hacen llegar al lugar inapropiado, donde la lucha busca contrincante encontrándose siempre con uno mismo.
Desprovisto de las mínimas defensas con las que hacer frente a la voz, que me machaca tras dictarme palabras con sentido estricto y aplastante en la forma de expresar su voluntad, con las que no puedo dialogar, porque la noche, silencia cualquier vocablo que quiera pronunciar, por mucho que mi grito ahogue los pulmones que sin aire aplacan la locuacidad, tan sensata y sincera que ya no tiene nada que decir. 
Sólo poseo un pensamiento, y es el que no me deja dormir. Por eso estoy sin voz, porque  las palabras de momento, no tienen lógica.Y trato de reaccionar, escondido en la oscuridad; pero no tengo salida por que mi futuro está lleno de dudas, de inquietudes que arrastran la inseguridad de las luces que han de dar claridad y conocimiento a todas las impresiones que deberé dibujar una vez llegado el momento.
Ya está cerca la llegada de la circunstancia en que surja aquello que descubra tanta oscuridad, resaltando la luz necesaria; tanto misterio, resolviendo incógnitas esquivas; tanto desconsuelo, que aplaque la amargura creada; y haga desaparecer la sospecha de una vida enjaulada, haciéndola volar entre sentimientos de alegría y satisfacción.






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