Bueno estaba y se murió.
Cada día que nos sobrepasa, escondido tras la noche; surge con un nuevo amanecer que ilusiona nuestras posibilidades de continuar dando pasitos entre recovecos de incertidumbres, resignados o entusiasmados por la situación que en ese momento nos ha llevado el camino recorrido hasta el lugar en el que nos encontramos.Qué maravilloso es vivir, contemplar las posibilidades que nos ofrece la respiración, desplazando el oxígeno por todas las vías sanguíneas, y haciendo funcionar una máquina casi perfecta, alimentada de elementos químicos encargados de movilizar las piezas, que en sintonía unas con otras, desplazan y distribuyen todo lo necesario para otorgarnos la quimera del pensamiento.
Y aún así, la imperfección se hace patente ya sea física o intelectual, por determinados errores en la concepción de nuestras señas identitarias o como anomalía producida por una eventualidad circunstancial de nuestro desarrollo, o en un determinado momento de nuestra actividad.
A lo largo de nuestra existencia es común que surja un hecho extraordinario, por la singularidad nefasta de que pueda truncar la capacidad de un normal proceso de supervivencia, y acabe con la vida o la deteriore de forma que no vuelva a ser la misma, o disminuyendo las expectativas de un estado de longevidad supuestamente normal.
Vemos y somos conscientes de las penurias. Desgraciadas situaciones a las que nos enfrentamos continuamente desde una posición que en condiciones normales somos capaces de superar, o si no es posible hacerlo, nos adaptamos de una manera mas o menos corriente al flujo que conlleva la nueva circunstancia creada.
Pero siempre hay un inciso que hacer a todas las realidades a las que nos enfrentamos, y esa discrepancia surge cuando el que no tiene las capacidades y aptitudes para resolver una simple cuestión de movilidad, de comunicación, de decisión para poder elegir arbitrariamente una posibilidad que pueda darle una simple oportunidad de vivir dignamente, se las niegan principalmente por quien debería protegerlos desde una ley, como ya existe pero no se cumple.
Y aquí desearía mencionar una discrepancia en relación a la actuación del gobierno respecto al mandato europeo de captación o asilo a refugiados, en éste caso de sirios.
Mi deseo de solidaridad y ayuda, está fuera de toda discusión, siendo ésta favorable a la acogida de dichos refugiados. Pero, mi disconformidad tiene que ver con el asunto monetario. En los presupuestos de 2016 estaba previsto un presupuesto de 53 millones de euros, aumentados de los 10 de éste año, para tal finalidad de acogida. Y según se mantienen conversaciones con el poder europeo, la tasa aprobada se eleva a 200 millones de euros.
Muy bien, cada estado recibirá 6.000 euros por cada refugiado acogido, y España reubicará a casi 18.000 personas.
La ley de dependencia ha sufrido los recortes desde que el partido llamado popular entró en el gobierno, de los casi 1.500 millones de euros presupuestados en 2011, para 2015 se dispusieron 1.177, un 27% menos, añadiendo cambios en la ley que ha hecho que las personas con derecho a recibir dicha asignación disminuyera, haciéndose cargo del copago de dicha asignación para su manutención; aumentando la lista de espera para poder ser beneficiario, así como aumentando los requisitos para tener derecho a ello.
No trato de comparar, ni menguar los derechos de refugiados y emigrantes, así como todo aquél que necesitare ayuda y el estado deba dársela.
Sólo constato la diferencia de criterio a la hora de las prioridades gubernamentales de un partido liberal y conservador. No se trata de primero los de aquí, sino de seguir cumpliendo las leyes que protejan a nuestros seres menos afortunados, que para eso se hacen ley las propuestas del parlamento, para cumplirlas y si hay que recortar, que no se haga en sanidad, educación, justicia y protección de personas con algún tipo de discapacidad que le impida el normal desarrollo de una vida común a los que no la tienen. Saquen sus propias conclusiones.
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