miércoles, 29 de julio de 2015

EL JUEGO CONTINÚA

             
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Continúa para no acabar, pues parece que aún con la edad que nos otorga el paso del tiempo, seguimos jugando con el niño o adolescente, y el joven que han pasado por nuestros sentidos formando nuestra personalidad y características que nos hacen tomarnos las situaciones de una u otra manera, y así nunca dejaremos de jugar, aunque sea a torear la madurez que se nos supone en distintas decisiones que debemos tomar para el normal o anormal acontecer del camino elegido.
Es curioso, que solo una distinta decisión o viraje en cualquier esquina para un sentido u otro nos puede cambiar la vida de una manera positiva o negativa, que ya nos dirá el final o bifurcación del camino si fue acertada o no el giro que nos hizo tomar esa decisión y sin embargo, no somos conscientes de la importancia que tienen esas decisiones.  
Y con catorce o quince años, estábamos todavía pelando la pava y al salir del colegio las oportunidades no eran muchas, los estudios que ampliaran los conocimientos no eran fáciles de seguir pues en poblaciones tan numerosas, aunque la oferta estaba en consonancia con el número de alumnos que dejábamos los colegios, a la continuacion de los estudios  no ayudaba la costumbre de empezar a trabajar nada más dejar la e.g.b. 
En nuestro barrio edificaron un instituto de referencia para las poblaciones mas cercanas, de algunos alumnos que venían de otros sitios del sur (casos excepcionales) y claro para los alumnos que salíamos de los colegios cercanos. 
Se inauguró coincidiendo con la apertura de un centro cultural enfrente y en la misma plaza, a casi la misma distancia que tenía del colegio pero en dirección opuesta. 
Fue el no va mas.
No podían haberlo hecho con otra intención, que la de agradarnos y para regocijo de la muchachada.
Antes de la apertura, en la entrega del mobiliario dió la casualidad que nuestro grupo rondaba precisamente por los alrededores y llegó un camión con las mesas y sillas para las aulas reclutándonos el camionero con nuestro beneplácito y previo pago de 500 leandras por cabeza, para descargar e introducir el material en las aulas.
Fue duro, pues no éramos muchos y las sillas con mesas a bordo de la caja del camión, parecían que no iban a agotarse nunca. Pero salió "de lolás",  nosotros mas felices que unas castañuelas.
Me fui corriendo a casa a darle el dinero a mi madre, mi primer sueldo; con catorce años.
El insti y el centro de cultura aledaño guardan historias dignas de novelas de suspense, policíaco y hasta de género indeterminado, pero eso será para otra ocasión.
Hoy el instituto se ha convertido en una biblioteca, centro cívico Santiago Amón, y la casa de la cultura mencionada, desapareció de la plaza.     

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